La Última Cruzada de Zapato 3 en Caracas el 28 de julio de 2012

Primera vez que compro la entrada a un concierto por Internet.

Jamás he escuchado a mi hermana cantar, y nunca supe que hubiese comprado un disco, pero supongo que mi cuñado la arrastró al concierto.

Poco después de tomarnos esta foto, se desató un torrencial aguacero mientras todavía estábamos en la cola para entrar a la sala de espectáculos. Como es costumbre en Venezuela, los organizadores de estos eventos son totalmente incapaces de hacer entrar al público de forma ordenada y oportuna, y en consecuencia mi cuñado Armando y yo debimos exprimir nuestras camisas totalmente empapadas de agua de lluvia apenas llegamos a la zona techada adyacente a la entrada. Eve y Vane debieron quedarse mojadas de pies a cabeza. Una vez dentro de la sala, no había señales que indicaran las entradas para las áreas general, y V.I.P., causando otra serie de inconvenientes adicionales innecesarios. Supongo que los imbéciles que organizan estos eventos nunca fueron al kindergarten, y en consecuencia jamás aprendieron a usar un marcador de punta gruesa para escribir sobre un trozo de cartulina.

Entre los «teloneros», estos chicos de Almas dieron un espectáculo genial, digno de aplauso y admiración. La tal Joan City parece una especie de Paulina Rubio obesa, pero con aún menos voz. No tiene nada de malo ser obeso, pero cantar tan mal debería estar penado por la ley. Los chicos de Levítico no me gustaron en lo más mínimo, pero supongo que algunos sordos seguramente los disfrutaron.

El CIEC de la Universidad Metropolitana resultó ser un local muy adecuado pare este concierto. Había muchísima gente, pero en el área V.I.P. teníamos suficiente espacio para saltar sin molestar a nadie. Comencé el concierto totalmente mojado por la lluvia de la entrada, pero en realidad el aire acondicionado de la sala mantuvo una temperatura muy adecuada todo el tiempo. De hecho, en las pocas ocasiones en que me estuve quedo, sentí caer sobre mi un agradable aire frío proveniente de la ventila bajo la que ex professo nos ubicamos. La alfombra que cubría el piso estaba tan limpia, que nos sentamos en ella en los intermezzi entre las bandas teloneras.

Me gustaría decir que la banda sonó mejor que en el concierto en Maracaibo debido a que la sala de espectáculos caraqueña tenía condiciones ambientales más adecuadas, que les permitieron dar lo mejor de sí. Habiendo estado en ambos conciertos, solo puedo decir que Zapato 3 es una banda tan intrínsecamente caraqueña, que solo suena a cielo en Caracas. La banda estaba tan totalmente relajada, que parecía que estuviesen tocando para unos panas de toda la vida. Hubo unos escasos minutos cuando el sonido se cayó totalmente, y se interrumpió el concierto. La banda se retiró brevemente, y pude observar a Fernando mirando a los ojos a alguien del público y pidiendo disculpas. Supongo que le respondieron con una sonrisa, ya que lo vi hacer una deferencia con la cabeza, y leí sus labios diciendo ¡gracias! Esa intimidad entre come-cachitos clase media de Caracas no se da con otros compatriotas tipo monte y culebras. En Maracaibo, por ejemplo, comen fritangas.

«El exilio es muy duro» dijo Carlos sosteniendo este maravilloso tricolor con 7 gloriosas estrellas blancas, que le había entregado alguien del público. «Este año es muy importante para Venezuela» fue una frase que ya le había escuchado en el concierto de Maracaibo. Ruego al Señor, D-os de Israel, que pronto no haya más exilio para nuestros hermanos. Amén.

Me gusta mucho esta foto. Carlos disfrutando el concierto con su hermano Álvaro, tanto como lo disfruté yo con Vanessa.

Al terminar el concierto salimos al estacionamiento del CIEC, donde esperamos que se acabara la cola en compañía de 6 cervezas de lata para Armando y para mi. Una hora después llegamos al apartamento de Vane, donde comimos pan de pita con berenjenas confitadas, acompañadas por un dram de Johnnie Walker Black Label Aged 12 Years. Eve y yo dormimos en la habitación de Valeria, con vista a una montaña que se me pareció al Ávila de mi adolescencia. No se que soñé esa noche, o si en realidad soñé algo, pero al despertar a la mañana siguiente me sentí totalmente satisfecho con el universo.

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