El CIEC de la Universidad Metropolitana resultó ser un local muy adecuado pare este concierto. Había muchísima gente, pero en el área V.I.P. teníamos suficiente espacio para saltar sin molestar a nadie. Comencé el concierto totalmente mojado por la lluvia de la entrada, pero en realidad el aire acondicionado de la sala mantuvo una temperatura muy adecuada todo el tiempo. De hecho, en las pocas ocasiones en que me estuve quedo, sentí caer sobre mi un agradable aire frío proveniente de la ventila bajo la que ex professo nos ubicamos. La alfombra que cubría el piso estaba tan limpia, que nos sentamos en ella en los intermezzi entre las bandas teloneras.
Me gustaría decir que la banda sonó mejor que en el concierto en Maracaibo debido a que la sala de espectáculos caraqueña tenía condiciones ambientales más adecuadas, que les permitieron dar lo mejor de sí. Habiendo estado en ambos conciertos, solo puedo decir que Zapato 3 es una banda tan intrínsecamente caraqueña, que solo suena a cielo en Caracas. La banda estaba tan totalmente relajada, que parecía que estuviesen tocando para unos panas de toda la vida. Hubo unos escasos minutos cuando el sonido se cayó totalmente, y se interrumpió el concierto. La banda se retiró brevemente, y pude observar a Fernando mirando a los ojos a alguien del público y pidiendo disculpas. Supongo que le respondieron con una sonrisa, ya que lo vi hacer una deferencia con la cabeza, y leí sus labios diciendo ¡gracias! Esa intimidad entre come-cachitos clase media de Caracas no se da con otros compatriotas tipo monte y culebras. En Maracaibo, por ejemplo, comen fritangas.
Al terminar el concierto salimos al estacionamiento del CIEC, donde esperamos que se acabara la cola en compañía de 6 cervezas de lata para Armando y para mi. Una hora después llegamos al apartamento de Vane, donde comimos pan de pita con berenjenas confitadas, acompañadas por un dram de Johnnie Walker Black Label Aged 12 Years. Eve y yo dormimos en la habitación de Valeria, con vista a una montaña que se me pareció al Ávila de mi adolescencia. No se que soñé esa noche, o si en realidad soñé algo, pero al despertar a la mañana siguiente me sentí totalmente satisfecho con el universo.
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